8 sept 2011

SIMPLEMENTE NACH, MEJOR QUE EL SILENCIO


Nach se saca de la manga un disco imprescindible, y no solo para los amantes del hip-hop, sino para los amantes de la musica, ya sea poperos, raperos, metaleros o bacaladeros. Lo tiene todo, sinceridad, mala leche, amor y odio. se abre como muy pocos musicos se abren en sus discos. Habla de su vida, de su pasado, de sus ilusiones y sus miedos, sin faltar la critica a este mundo y a la crisis. Poco mas puedo decir, simplemente dejo la nota promocional:


Miles de jóvenes están rimando poesía, pero no en las aulas, están escuchando a otro tipo de profesor fuera de ellas. El significado de esto es muy relevante. Si la poesía puede establecer la conexión de una persona con su propia vida, qué puede ser más emocionante que una generación encontrando la vibración del verso, reconquistando la palabra como energía vital. Quizás llegue un día en el que la historia oficial literaria tenga que abrir todo un capítulo dedicado al rap. Quizás habrá un momento en que se mire atrás y se vea que mientras estudiantes cumplían como podían (o no) con los clásicos, poetas cantautores apoyados por ritmos conseguían llenar de significado vibrante tanta palabra curricular, haciendo que la chispa de la creatividad, de la expresión y la lengua encendiesen muchas neuronas apáticas, perdidas, descontentas o meramente disciplinadas.

Entre estos Señores de la rima que en un futuro sean quizás considerados clásicos, Nach es ya un Sir, un Lord. Las instituciones públicas tendrían que darse cuenta, su talento debería ocupar una silla en la Real Academia de la Lengua. La fuerza de sus malabarismos poéticos, su vigoroso uso del léxico, la elocuencia de sus metáforas actuales y vivas, y su conexión directa con una generación crecientemente desinteresada por la riqueza del lenguaje -con todo lo que ello implica- justificaría con creces designarle una Letra. Porque como los buenos maestros saben, primero hay que despertar la pasión y la conexión, para que luego pueda entrar la lección. He sido testigo de cómo chicos y chicas, de todas las edades, clases y grupos, en absoluto necesariamente seguidores solo de rap, tienen cada uno su canción favorita de Nach. Muchos saben de memoria alguna de sus endemoniadas y bellas rimas. Y es que aprendérselas y recitarlas es ya un excitante reto que vincula la palabra con lo vivo.

Aquí está, la nueva entrega de Nach, con todo su inconfundible carácter y fertilidad. Cuando parecía difícil seguir escalando en su apabullante construcción de épica lírica, sello de la casa, de nuevo vuelve a conseguirlo. Sus odas, porque eso son sus canciones, pueden elevarse hasta un verdadero éxtasis de vocablos cargados de imágenes y sensaciones. La presencia y sonoridad de su majestuosa voz, su virtuosismo en la descarga, su emoción en la entrega, son un auténtico lujo. Estamos ante un Stradivarius del rap.

Y ante un orador humanista, un cronista lírico que expone con valentía su sensibilidad, sin intentar ocultarla tras una actitud de miedosa dureza. Nach mantiene vigilia ante la frivolidad y materialismo que ha ido contaminando un movimiento que ponía palabra a la alienación de la calle. Lo que en un principio fue un necesario juego compensatorio para agrandar los egos maltrechos por déficits sociales, se ha dio confundiendo por una prepotencia de pose que precisamente nutre lo que denunciaba. Nach lo confronta desde el dolor de ver como lo más amado es mal utilizado. Lo que hierve por las venas de este MC que honra los orígenes del rap es querer expandir la conciencia, liberar la emoción, incitar la conquista de la redención de cada cual, y nunca callar la voz ante la injusticia. En una generación apolítica es vigorizante escuchar a un cantautor que todavía cree en ideas y anhelos superiores. Sus canciones no son aleatorios listados de rimas ocurrentes, son forjados trabajos de concepto y elipsis, de coherencia y solidez, desde la más contagiosa épica de temas como Hambre de Victoria, Pensando en voz alta y la preciosa oda a la música de El idioma de los dioses, a la transcendencia contenida con sutilidad e intimidad del estremecedor En este mismo instante (en la cuidad) y Ellas, pasando por las aportaciones bien medidas, nunca gratuitas, de otros grandes artistas de rap, tanto internacionales como Talib Kweli, Immortal Technique o Akhenaton, y patrios como Rapsusklei, Zpu, El Chojin, Abram, Cookin Soul o Baghira, todo esto junto al enriquecimiento de otras savias venidas de la mano de Moisés P. Sánchez o Ismael Serrano.

Nach alquimiza de nuevo un rap de tres estrellas Michelin, pero servido en la esquina de la calle, en la vida cercana, directa e importante. En nombre de muchos de los que te escuchamos, gracias una vez más, Sir Nach.

fuente: la higuera

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